La hija era culpable y su padre le prohibía usar artilugios. ¿Pero qué hombre puede resistirse a que le chupen la polla? Ningún hombre. Y esta zorra enseguida cogió el toro por los cuernos, o más bien por la pimienta. Y eso fue todo: la voluntad de rigor de mi padre se desvaneció de inmediato y se la entregó como a una vulgar puta. Por otro lado, todo salió bien. Ahora puede follarse a esa zorra siempre que quiera.
El hermanastro tiene razón. No seas un gorrón. Trabajas tus esponjas, tienes cáncer, y el dinero es tuyo. No te sientas como una ladrona. Tienes que seguir siendo una chica decente. Y ser una perra no es malo.